Tomé contacto con APOYAT en Diciembre de 1992. En esa época iniciamos visitas a los chavales para motivarles para iniciar tratamiento.


En otros casos les administrábamos el tratamiento farmacológico que Víctor Guerrero les pautaba. Acudíamos también a localidades circundantes: Don Benito, La Haba, etc.

En muchos casos el deterioro de las relaciones familiares, la falta de ocupaciones durante el día hacían difícil la abstinencia.


Por este motivo nos planteamos en el año 1993 adecuar la casa, que era sede de APOYAT en la calle General Lafuente, para hacer ingresos y servir de soporte para la desintoxicación.


Diseñamos un programa residencial con actividades ocupacionales y terapéuticas. Utilizábamos placa Ontrak de detección de consumo de sustancias tóxicas.


Los ingresos los realizábamos vía telefónica y cuando se podía a través de los CEDEX. En otras ocasiones tramitábamos ingresos en comunidades terapéuticos: Egueiro, Patriarca, etc.


Una vez a la semana teníamos reuniones de madres en las que se abordaban diferentes temas: actitudes, conceptos básicos sobre drogodependencias, expresión de dificultades, etc.


En el año 1994 teníamos lista de espera para ingreso a petición de usuarios y familias d toda España.


Para que una persona se plantee su recuperación debe tener conciencia de su problema y estar dispuesta a asumir una serie de cambios. Actualmente los usuarios contactan con sus CEDEX de referencia. Estos centros nos remiten el protocolo y a partir de ahí se gestiona su ingreso.


Durante las mañanas se realizan intervenciones de tipo social o jurídico, informes, contactos con abogados y juzgados, se cumplimentan protocolos, se valoran las demandas de ingreso, contactando con los centros de referencia. Sesiones individuales de seguimiento psicológico o bien intervenciones conjuntas (Beni – Paqui) con cada usuario. Entrevistas de ingreso – contacto con familias y recursos.


Una vez por semana tenemos reuniones de coordinación con los monitores y valoramos la evolución de los internos.


Por tas tardes combinamos actividades terapéuticas (terapia de grupo individual y grupales)  con actividades ocupacionales: informática, escultura, deporte, huerto, compras, planificación de organigrama de trabajo de la semana…


Entre las compesaciones del trabajo se encuentran la buena cohesión de los profesionales, la satisfacción del trabajo realizado al observar los cambios de actitudes y la mejora de los internos.


En la práctica diaria nos encontramos con un perfil de usuario de drogas de larga duración con problemas psiquiátricos y sociales (ausencia de soporte familiar y social).

Cada vez es más frecuente que vengan con tratamiento pisquiátrico pautado. Estamos asumiendo bien los cambios, nos estamos formando en patología dual, asistimos a jornadas de encuentro donde tenemos la oportunidad de conocer qué se está haciendo en otras comunidades autónomas, etc.


El aumento de la población adolescente consumidora, la extensión del consumo de cocaína y en muchos casos la dificultad de algunas familias para abordar esta problemática nos hace ser un recurso necesario en el presente y en futuro. Por desgracia.


Se echan en falta recursos intermedios, centro de día por ejemplo, y otros más finalistas, como programas de reinserción que incluyan un seguimiento más continuado donde el usuario pueda abordar sus dificultades laborales, la planificación adecuada del ocio, etc. Esta última fase está totalmente ausente en las políticas e intervenciones actuales, los usuarios vuelven de nuevo a los CEDEX de referencia donde vuelven a contactar con su entorno drogofílico.


Se ha masificado el uso de metadona, no existen objetivos a después de que una persona ya está estable con una pauta de metadona. Se ha medicalizado el problema de las adicciones. Se está dando respuesta médica a problemas de tipo social, psicológico, laboral, etc.


Cada vez nos estamos encontrando con más problemas a la hora de derivar. Las comunidades terapéuticas no deben ser recursos finalistas. Hay muchas personas que ya hicieron programas en comunidades y no tienen otras alternativas.


Las recaídas aparecen generalmente en esta fase en que el usuario se encuentra más desprovisto, sin soporte laboral ni social adecuado. No existen programas de reinserción social que den soporte a esta última fase de tratamiento.